sábado, enero 20

Tina


Soy una niña inmadura en el cuerpo de una veinteañera.
En mis ratos libres juego con el violin y la guitarra, o dibujo castillos que sueño con pegar en la pared para que la gente comprenda mis sueños.

Aun tengo la utopia en el cerebro de que las cosas pueden ser perfectas y a menudo sufro desiluciones por eso, pero mis emociones son tan rápidas y volátiles que casi siempre vuelvo a creer en la magia despúes de las tristezas, tal como una niña inocente lo haría.

No soy una princesa ni tengo belleza, Sin embargo encontré un principe que no venía a caballo pero que tiene unos rulos lindos y que me ama incondicionalmente (eso espero y creo).
Aunque debo reconocer que siempre he tenido miedo de que deje de hacerlo. Tal vez por eso me alejaba al principio, pero ahora me estoy volviendo osada en mis desiciones y he aprendido a amar sin condiciones aparentes, al menos a él.

A pesar de haber crecido un poco, siento que mi cerebro se va achicando y va perdiendo la noción de lo bueno.
Me cuesta manejar muchas cosas y querer a quien me quiere incondicionalmente, como mi familia, con la cual tengo muchos conflictos psicológicos. Pero me alegra saber que en el fondo los amo y que siempre están presentes en cada etapa de mi vida. Solo que el miedo de pensar en cuando dejarán de estar me paraliza un rato hasta que lo olvido.


Lo que me preocupa estos dias, además de los conflictos psicológicos, los problemas del futuro estudiantil y otras cosas sin sentido profundo, es la falta de inspiración para muchas cosas y el rumbo que debo darle a mi vida.

Por qué tengo tanto miedo?



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